
“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43:25)
“Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (Hebreos 8:12)
Cuando una persona se siente mal ante sus faltas y pecados, debe saber que Dios está conduciéndola a Cristo para que reciba el perdón de sus pecados, pero que también allí estará Satanás, el adversario, haciendo su obra de acusador (Apocalipsis 12:10) El diablo, siempre atormenta a las almas bajo el peso de sus equivocaciones. Primero, él insta a pecar, restándole importancia al pecado y engañando a las personas con sus palabras. Y luego que consigue que hayan pecado, los atormenta, acusa y manipula psicológicamente como diciéndoles que ahora se hagan cargo, que no sean cobardes, etc.
Otra de las cosas que hace el diablo a diferencia de Dios, es que el diablo provoca carga y dolor trayendo a la memoria los pecados pasados; pecados confesados y perdonados en Cristo. Esto jamás lo hace el Espíritu Santo. Porque Dios perdona y olvida. “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones” (Hebreos 10:17) “Porque es fiel y justo para perdonarnos de nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad cuando el pecado fue confesado. (1 Juan 1:9) En cambio, Satanás, atormenta a las almas trayendo a la memoria nuevamente los pecados pasados para que se atormenten.
Es verdad que uno puede y debe recordar de donde el Señor lo ha sacado. “Un arameo a punto de perecer fue mi padre… etc. etc. (Deuteronomio 26:5-9) Pero esto para recordarlo en adoración no con culpa.
Pensamientos para reflexionar