EL QUE SE SEPARA DE DIOS

“¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu…” (Isaías 30:1)

“El que se separa de Dios, busca su propio gusto, y disputa calurosamente contra toda sana razón” (Proverbios 18:1 V. Mod.)


El versículo del encabezamiento nos declara una gran verdad. Todo aquel que se separa de Dios, que ya no camina con Cristo; quien deja de congregarse y se aparta de la senda trazada, busca su propio gusto. Es decir, busca hacer lo que le gusta y no quiere ser dirigido por Dios.

No faltará quien al verlo apartado querrá disculparlo argumentando que quizás encontró tropiezo en otro cristiano, o pensando que como pasó por diversas pruebas, es lógico que se detenga. Pero, no es así. El Señor no nos deja solos en los momentos difíciles. Quien dijo “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin…” (Mateo 28:20) y “Nunca te desampararé ni te dejaré” (Josué 1:5) cumple su palabra fielmente levantando al caído. Lo que sucede es que cuando somos dirigidos por el Espíritu, deseamos las mismas cosas que nuestro Señor y queremos hacer todo para la gloria de Dios, pero cuando se interpone la carne, los deseos de la carne son contra el Espíritu, y allí, viene el inconveniente, porque para darle el gusto a la carne uno se aparta del camino y se separa de Dios.

Luego disputa contra toda sana razón, queriendo justificar su postura, pero para Dios es muy simple. Eso fue una clara manifestación de alguien que, en lugar de querer agradarlo, buscó su propio gusto, buscó hacer su voluntad.


Pensamientos para reflexionar

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