
“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo” (Salmo 19:7)
“Las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15)
Una joven cristiana contaba como se produjo su conversión dándole la gloria a Dios de una manera sorprendente. Ella contaba que siendo de familia judía, nunca se había interesado en nada que tuviera que ver con el cristianismo. Era licenciada en psicología, y había leído muchos libros de filosofía, cosas que habían marcado su personalidad fuertemente. Sin embargo, un verano, tomó por aburrimiento un Nuevo Testamento de la mesa de luz del hotel donde se hospedaba y leyéndolo, encontró a Cristo. Lo recibió como su salvador reconociéndolo como el Mesías esperado, y eso cambió totalmente su vida. Nadie le predicó, ni la influenció, solamente fue la Palabra de Dios la que hizo el efecto en su corazón.
Muchas veces, los creyentes, tratamos de evangelizar con explicaciones, utilizando métodos y elementos que atraigan a las personas, olvidándonos que, en realidad, es la Palabra la que convierte el alma. (Salmo 19:1)
Recordemos siempre que, si bien hay bendiciones en la elocuencia, en la calidad de enseñar y en todo cuanto facilite la comprensión, lo que finalmente redarguye, convence de pecado y convierte a las personas, es el efecto de la Palabra de Dios. Por eso, no dudemos en presentar simplemente la Palabra de Dios. Ella por sí misma llevará sus frutos, porque es una palabra viva, pues tiene el soplo divino, y cuando Dios sopla, su aliento produce vida en quien lo recibe.
Pensamientos para reflexionar