EL HIJO PRODIGO Y ABSALÓN (1)

(Léase Lucas 15: 11-24)

“Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente” (Lucas 15:11-13)


El hijo pródigo y Absalón tiene muchas cosas en común, pero también grandes diferencias. Ambos hicieron doler el corazón de su padre, se fueron de la casa y sufrieron sin duda, debido a sus malos procederes. Hasta que finalmente ambos regresaron, pero de maneras muy distintas.

El hijo pródigo, exigió que se le diera su herencia, tomando aquellos bienes que sin duda no había ganado, pero que gastó viviendo perdidamente en la provincia apartada (Lucas 15:13)

Hasta que, en un momento, habiéndolo malgastado todo, solo y sufriendo las consecuencias de sus decisiones, vuelve en sí, y recapacita arrepentido, pensando en que los jornaleros de su padre, estaban mejor que él, tenían abundancia de pan y él allí perecía de hambre. Vuelto en sí, se sintió impulsado a cambiar su condición. Dio media vuelta, y se volvió presto a confesar que había pecado contra el cielo y contra su Padre y que, debido a su proceder, él ya no era digno de nada.

El Padre, que jamás dejó de pensar en él, y nunca dejó de amarlo, ve la vuelta del pródigo y sale a su encuentro. El hijo vuelca su corazón, pero recibe a cambio todo el caudal del amor del Padre, que lo recibe, lo besa, lo cambia y lo calza y hace un banquete feliz porque aquel que estaba muerto había revivido.

Muy distinto fue el caso del joven Absalón.

Continúa en la parte (2)


Pensamientos para reflexionar

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