“Dijo el Señor: …Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3)
“Es el tiempo de buscar al Señor” (Oseas 10:12)
La vida cambió de una manera drástica. Ya nada es como era y muchas cosas no volverán a ser iguales. La gente comparte sus preocupaciones y recomendaciones. Los gobernantes enfrentan con seriedad y compromiso el gran problema que nos acosa y muchos se ofrecen para colaborar, conscientes de la situación terrible que atraviesa el mundo.
Todos se hacen presentes, sin embargo, hay alguien a quien no se nombra. Podríamos decir que es el gran ausente en todos los discursos y anuncios. Ese alguien es: DIOS.
Lógicamente, en situaciones como las actuales, la ciencia médica y las decisiones políticas económicas juegan un papel fundamental, por eso los cristianos oramos incesantemente por ellos. Sin embargo, somos conscientes, que por encima de todos está Dios. “porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos” (Eclesiastés 5:8)
Alguien dirá. “Es tiempo de decisiones. Esto no se arregla orando”. Y obviamente, los cristianos somos conscientes que se necesitan tomar decisiones sabias, pero sería hermoso, si esas decisiones se tomaran en el temor del Señor, implorando su favor y su misericordia.
El libro de Nehemías describe tiempos angustiosos y nos dice como actuaron: “Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda… de día y de noche” (Nehemías 4:9)
Una perfecta combinación: La oración, muestra de reconocimiento y dependencia, y los recaudos tomados bajo la providencia divina.
Pensamientos para reflexionar