“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1:16)
“Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría; Lo vence Dios, no el hombre” (Job 32:13)
El Apóstol Pablo deseaba ir a Roma y predicar el evangelio. Ese evangelio que para unos era tropezadero y para otros una locura, porque sabía que era el evangelio de salvación. Y por eso decía: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16)
Muchos, dudan del poder del evangelio, por eso al evangelio le agregan cosas. Tienen más fe en las propagandas, la explicación del predicador y en su locuacidad que en el mismo mensaje en sí.
La Palabra PODER, donde dice “el evangelio es poder de Dios para salvación”, es la palabra DUNAMIS, de donde proviene la palabra dinamita. Esto nos hace pensar que a pesar de toda la resistencia del hombre para desechar a Dios y todos los argumentos que ponga delante, el evangelio es como la dinamita de parte de Dios para la destrucción de esas fortalezas. (2 Corintios 10:4)
Debido a esto es que al evangelio no hay que agregarle ni quitarle nada. Muchos agregan algo para hacerlo atractivo. Otros le quitan cosas para que nadie se ofenda. Estos son errores. El predicador debe ser como un telegrafista a quien le dan un mensaje y no se le permite agregar ni quitar al texto sino pasarlo fielmente.
Recordemos: Nadie convierte a nadie. Prediquemos sencillamente el evangelio, el cual es poder de Dios para salvación.
Pensamientos para reflexionar