EL ESPÍRITU SANTO ES UNA PERSONA DIVINA

“No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Efesios 4:30)

 “No apaguéis al Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:19)

“¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Hebreos 10:29)


El Espíritu Santo es el vicario de Cristo en la tierra. Vicario es quien tiene el poder y las facultades de otra persona y la sustituye. Esto es lo que dijo el Señor Jesús al hablar del Espíritu que vendría a nosotros cuando el fuese glorificado en los cielos. (Juan 7:39) El Espíritu Santo es Dios (Hechos 5:3,4) y es la Persona Divina que actúa en nosotros los creyentes. Por eso, no hay acción ni actividad que hagamos en lo personal, ni como Iglesia, que lleve gloria para el Señor, sino está dirigida por el Espíritu Santo. 

Es de cabal importancia resaltar siempre que el Espíritu de Dios es una Persona y tiene todas las características de una persona. Es un ser viviente consciente de su existencia, piensa, desea, actúa, tiene personalidad etc. Pues por eso Intercede, conoce, escudriña, convence y se lo puede contristar, apagar, resistir, afrentar…  No es meramente un poder, como muchos piensan. Obviamente, tiene poder, pues Dios es Omnipotente, pero al ser una persona y no un poder, cambia completamente las cosas. Si tan solo fuera un poder, el creyente podría pensar y planificar las cosas llevándolas a cabo utilizando ese poder. En cambio, como el Espíritu es Dios, una persona divina morando en nosotros, es él el que piensa, hace los planes y los lleva a cabo utilizándonos a nosotros como herramientas. Lo cual es completamente distinto.


Pensamientos para reflexionar

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