
“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:2,3)
“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21)
“Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:2,3)
El hombre marcha tras los deseos de su corazón. El Señor Jesús dijo: Allí donde esté vuestro tesoro estará también vuestro corazón” (Lucas 12:34) Por ese motivo, es muy importante que lo que tengamos y consideremos nuestro tesoro, sea realmente lo que debe ser. Si nuestro tesoro primordialmente es nuestra propia gloria, profesión, familia, hijos, dinero, posición económica, etc. nuestro corazón priorizará en eso, y Dios tendrá sin que nos demos cuenta un lugar secundario.
Pablo dice que los creyentes tenemos un tesoro, pues mediante el evangelio poseemos el conocimiento de Dios a través de Jesucristo (2 Corintios 4:7) Ese bendito evangelio llenaba su corazón y así actuaba. El joven rico que se presentó ante el Señor Jesús, tenía otro tesoro llenando su corazón: Sus riquezas. Y por eso, aún interesado en la vida eterna, no siguió a Cristo, sino que se marchó triste. (Marcos 10:21,22)
¡Tengamos cuidado! Donde esté vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón, no es solamente una advertencia para quien debe decidirse por Cristo y encuentra tropiezos por cosas que le llenan su corazón aquí en la tierra, como el caso del joven rico. Sino también para los que somos de Cristo.
Quienes somos de Dios, no debemos distraernos ni olvidar que nuestra vida, herencia, ciudadanía y esperanza, están en los cielos. (Colosenses 3:3, 1 Pedro 1:4, Filipenses 3:20, 2 Pedro 3:13) Porque allí está Cristo, nuestro tesoro.
Pensamientos para reflexionar