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“Tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina” (Tito 1:10)
“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4.16)
Cuando consideramos la realidad de que hay doctrinas fundamentales y generales, debemos tener mucho cuidado, pues esto puede ser utilizado con facilidad para deslizarnos de las sanas enseñanzas de la Palabra de Dios, restándole importancia a verdades que deben mantenerse. Sin embargo, comprenderlo bien, arrojará luz para una buena comprensión bíblica y evitará que se coloquen como base de excomunión todo lo que no concuerde con una determinada interpretación.
Por ejemplo. La Biblia dice que Jesús es Dios. Si alguien niega esto, niega la doctrina de Cristo, una doctrina fundamental, sin la cual no hay salvación. Por lo tanto, en eso no puede haber otras interpretaciones, y quien venga no trayendo esa doctrina, no debe ser recibido (Véase 2 Juan 1:9,10)
Pero la Biblia enseña también que los espías de Jericó se hospedaron en casa de Rahab la ramera. Y algunos creen que esta mujer no era exactamente una ramera, sino una mesonera en un lugar donde se ejercía la prostitución, que halló gracia a los ojos de Dios, etc. etc. Si alguien no cree que Rahab era ramera, como dice generalmente el texto, no está de acuerdo con una doctrina general que se ve en la Palabra, pero no está rechazando una doctrina fundamental, pues eso no altera su fe en Jesucristo, ni su salvación. A personas así, no se las puede tratar como en el caso citado en 2 Juan 1:10
Continúa en la parte 3
Pensamientos para reflexionar
