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(Léase Mateo 22:1 al 14)
“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas” (Isaías 61:10)
“Dios…nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús” (2 Timoteo 1:9)
En la parábola de Mateo 22 se ve claramente que el deseo del rey era que su casa se llenara de convidados que gustasen lo suyo y se gozaran con él, pero no de cualquier manera.
Él mandó a llamar a los convidados insistentemente. Abrió las puertas de su corazón para que todos vinieran, pero muchos no quisieron y otros, como aquel que no estaba vestido de boda, acudió, pero a su manera. Yendo, como le parecía, sin pasar por la puerta, y eso no fue tolerado. Evidentemente, esa persona, no había hecho el camino que quien lo invitó esperaba que hiciese. Y fue echado fuera.
Esto ilustra de una manera bien práctica el llamamiento de Dios. Dios, en su gracia, quiere que todos los hombres sean salvos, pero entrando en la salvación por medio de Jesucristo. Pasando por la puerta. (Juan 10:9) Siendo vestido de salvación (Isaías 61:10) Quien piense que puede ir a Dios, por otro camino, está equivocado. Quien crea que podrá gustar el disfrute eterno con el Señor, pero sin necesidad de ningún cambio, sin pasar por Cristo, sin ser revestido, imponiendo su pensamiento argumentando que, así como está, está bien, no comprende el llamado de salvación. Salvación a la que accede todo aquel que consciente de ser un pecador perdido, arrepentido le abre su corazón a Cristo y lo recibe como su Salvador.
¿Has pasado por la puerta de salvación?
Pensamientos para reflexionar
