“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir… así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:10,11)
“Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor” (Eclesiastés 12:11)
Al finalizar una reunión, una hermana le dijo al predicador que se había sentido identificada con las siguientes palabras: “Hermano, realmente usted me dio unos buenos palos mientras hablaba. Se ve claramente que lo decía por mí…” A lo cual el hermano le respondió: “Estimada hermana, al presentar la Palabra, la intención no es darles palos a los oyentes. Si algo hay que hablar entre hermanos, se habla en lo particular y no desde una predicación. Pero, por otro lado, me alegro de que se haya sentida identificada con lo que Dios dice. La Palabra es más cortante que toda espada de dos filos (Hebreos 4:12) Y si tiene dos filos, podemos pensar que uno es para usted, y el otro para mí. Cada vez que uno señala a alguien con un dedo, ese dedo señala hacia adelante, pero hay tres dedos al menos que señalan hacia atrás… porque esas cosas se escribieron para nosotros”
Es bueno sentirse tocado con la Palabra. La Palabra de Dios, aunque es con gracia, es sazonada con sal (Colosenses 4:6) Y cuando la sal entra en una herida, causa ardor o dolor, mientras que, si no hay heridas, no hay ningún problema. Siempre la Palabra nos habla, y bienaventurados aquellos que se sienten tocados y reaccionan para mejorar sus caminos, pues por eso nos ha sido dada, no por voluntad humana, sino de parte de Dios.
Pensamientos para reflexionar