
“Claman los justos, y Jehová oye” (Salmo 34:17)
“Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye” (Juan 9:31)
Algunas personas ponen un énfasis excesivo en la verdad que se expresa en el versículo del encabezamiento: “Dios no oye a los pecadores” literalizándolo al extremo, al punto de decir que, bajo ningún concepto, quien no tiene a Cristo como su salvador, puede orar y ser escuchado por Dios. ¿Es correcta tal interpretación? ¿Cómo deberíamos entender lo que dice el versículo?
Antes que nada, debemos recordar que nunca la literalización extrema para interpretar la Biblia es buena. Pues hay formas de expresión que se utilizan en el lenguaje, modos de decir las cosas, figuras de dicción, etc. Que no se pueden tomar tal como se leen. Otra cosa que debemos recordar, es que Dios es soberano. Hace lo que quiere, como quiere, y cuando quiere, y no lo podemos limitar, ni pretender dejarlo atrapado en sus dichos.
Pensamos que la forma correcta de interpretar el versículo, es tomando en cuenta que esa porción nos enseña que Dios no oye a los pecadores, en el sentido de que Dios no encuentra gozo ni complacencia en los pecadores como para mantener con ellos una relación que implique su aprobación, bendición y respuesta en lo que ellos le piden. Sino que su gozo y su complacencia es para con los íntegros (Salmo 16:3) Es a ellos que oye y responde con amor, como lo hace un padre con su hijo y lo que sucedía con Jesús.
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar