“En una o en dos maneras habla Dios; Pero el hombre no entiende” (Job 33:14)
“Vosotros habéis hecho todas estas obras, dice Jehová, y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y os llamé, y no respondisteis” (Jeremías 7:13)
Unos jóvenes celebraban una fiesta en una casa quinta. En su desenfreno, no sintieron el ruido fatídico del alud que se aproximaba arrastrando todo lo que encontraba a su paso. Un padre fue desesperadamente a buscar a su hijo. Llamó a la puerta, pero los ruidos ensordecedores de la música impidieron que fuera oído. El padre desesperado, fue y prendió fuego un auto que estaba en la entrada. Al estallar el auto y extenderse las llamas, alguien de adentro se percató y salió a ver que pasaba. De esa manera todos pudieron huir antes que llegara el alud y salvaron sus vidas.
Muchas veces obligamos a Dios a actuar también de maneras así, por no saber escuchar su voz cuando nos está hablando.
El sol sale sobre buenos y malos (Mateo 5:45) Pero la bendición de morar bajo la sombra del omnipotente, es solo para aquellos que habitan al abrigo del Altísimo (Salmo 91:1)
Quien vive descuidadamente y va camino a la perdición, debe prestar oídos a la voz de Dios que lo llama al arrepentimiento para darle vida. Sino lo hace, hará que Dios deba hablarle más fuerte. Muchos dicen cuando les sucede algo feo: ¡Esto es un castigo! Y no es así. Dios no se ocupa en este momento de castigar a los pecadores. Hoy, él los llama para salvarlos, aunque a veces, utilice formas no convencionales para captar la atención.
Pensamientos para reflexionar
