“¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón… El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia” (Salmo 15:1,2,4)
David fue un hombre según el corazón de Dios (1 Samuel 13:13-14) ejemplo para los otros reyes de un corazón perfecto para con Jehová (1 Reyes 15:3)
Sin embargo, la Biblia relata su caída y sus desaciertos y podríamos preguntarnos: ¿Con todo lo que hizo David, cómo Dios puede llamarlo un hombre según su corazón?
Podríamos alegar muchas cosas, porque vemos en David también virtudes que lo llevaron a obrar bien, no sólo desaciertos; pero, básicamente, podemos decir que fue por la integridad de su corazón.
Eligió a David su siervo… Para que apacentase a Jacob su pueblo, Y a Israel su heredad. Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón… (Salmo 78:70-72)
David pecó muchas veces, y pecó terriblemente, pero al darse cuenta de sus pecados, siempre se arrepintió de todo corazón.
A pesar de nuestras debilidades, nosotros también podríamos ser hombres según el corazón de Dios, si fuésemos cristianos íntegros que ante el pecado nos arrepintamos de corazón y lo confesemos sin importarnos las consecuencias, preocupados solamente por haber ofendido a Dios.
Esto obviamente no es como muchos piensan convertir la gracia de Dios en libertinaje.
La integridad conduce a no hacer nada indebido ante Dios, aunque los demás lo aprueben. Y si desgraciadamente se ha pecado, la misma integridad mueve a la persona al arrepentimiento y a la confesión sincera.
Pensamientos para reflexionar