“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios… teniendo cauterizada la conciencia” (1 Timoteo 4:1,2)
“Todas las cosas son puras para los puros, más para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas” (Tito 1:15)
Dios nos dice en su Palabra que hay personas que tienen cauterizada la conciencia. (1 Timoteo 4:2) Esto es muy grave, porque quiere decir que hay algo que tiene que estar actuando en el hombre que ya no obra.
La conciencia es como un árbitro en el ser humano que le indica por naturaleza lo que está bien y lo que está mal. Es aquella parte en la psiquis humana que le hace sentir angustia y culpa a las personas cuando violan sus demandas, o placer, cuando obran conforme a sus indicaciones en cuanto a lo que está bien y lo que está mal.
Generalmente, todos conocemos que es la cauterización por hechos simples de la vida cotidiana. Por ejemplo, un sangrado de nariz, se detiene cuando se cauteriza utilizando alguna sustancia caliente, cáustica, o eléctrica, para cerrar los vasos sanguíneos y cortar el sangrado. En ese caso, cauterizar está bien, porque impide que la sangre siga fluyendo. Pero en el sentido bíblico, espiritual, es terrible cuando la percepción del bien y del mal ya no fluye. Cuando la conciencia que debería inquietar a la persona se endurece y no obra. Porque de esa manera el hombre es conducido a la ruina y a su perdición.
Hoy en día, muchos viven con las conciencias cauterizadas y esto no sólo en el mundo sin Dios, sino también en los círculos de profesión cristiana.
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar