“Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba” (Génesis 39:23)
“Y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo” (Génesis 41:38-40)
Cuentan que, en un pueblo, estaban por elegir alcalde todos estaban de acuerdo en proponerle el cargo a una persona que era reconocida como un hombre honesto y capaz para desempeñarse en el puesto. Este hombre era un creyente fiel, que prefería que fuera otro el que ocupara el cargo, pero ante la insistencia, antes de aceptar les hizo una propuesta.
Juntando al comité les dijo: -Verdaderamente, agradezco mucho la confianza que me manifiestan. Pero si tengo que ser yo el elegido, quisiera recordarles que nunca en mi vida me he mandado solo. Soy un creyente en Jesucristo. A él sirvo en todo lo que hago y para poder desempeñarme en el cargo, necesitaría tener la libertad de poder hacerlo de la misma manera, orando ante la toma de cada decisión, pidiéndole su guía, respetando las enseñanzas de su Palabra. –
Allí todos hicieron silencio, hasta que alguien dijo:
En realidad, no quisiéramos hacer las cosas de esa manera, mezclando la religión con nuestras decisiones. Además, aquí tenemos personas que son de otra religión los cuales se sentirían muy molestas. Nosotros en realidad queremos que Ud. Se encargue de todo, pero dejando de lado su religión-
El creyente entonces dijo: Muy bien, señores, entonces les agradezco de corazón su confianza, pero no puedo aceptar el cargo, porque Cristo es mi todo. Donde voy, voy con mi Señor, no puedo dejarlo fuera.
Pensamientos para reflexionar