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“Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8)
“Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15.3)
Alguien solía contar la siguiente historia para ejemplificar lo que era aceptar que Cristo muriera pagando en nuestro lugar.
En un barrio, donde todos se conocían, los vecinos comenzaron a recibir intimidaciones de deudas por sus viviendas, de sumas tan elevadas que ninguno de ellos podía pagar. Como el problema era general, muchos ni se preocuparon y olvidaron las intimaciones. Pero, juntamente, con esa mala noticia, también se dijo, que un vecino del barrio, muy adinerado, que recientemente había fallecido, había dejado dinero para pagar esas deudas, para que ningún vecino perdiera su casa.
La noticia corrió como pólvora, pero muchos no la creyeron. Otros, esperaban especulando con el tiempo a ver qué pasaba. Pero, hubo quienes creyeron en la buena voluntad y palabra de aquel que había muerto, y se presentaron. Los que lo hicieron, recibieron los comprobantes del pago de la deuda, los otros no. Lamentablemente, muchos no tuvieron en cuenta que el ofrecimiento tenía fecha de vencimiento y al no presentarse a tiempo, perdieron la oportunidad, no pudiendo argumentar ninguna otra cosa que falta de fe.
Entre los que luego se desesperaban. Hubo quienes no tomaron en serio las intimaciones y otros que simplemente no creyeron en la buena noticia.
Así sucede con la salvación en Cristo Jesús. Dios, perdona a todo aquel que reconociéndose pecador acepta que Cristo murió por él y lo recibe como su salvador personal.
Pensamientos para reflexionar
