“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor” (2 Timoteo 1:7-8)
“Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo” (1 Juan 4:14)
En una audición de radio, contaban la siguiente historia.
Dos hombres se encontraban paseando a sus perros y uno le pregunta al otro:
– ¿De qué raza es su perro? –
A lo que el interrogado contestó amablemente: -Es un perro de policía-
– ¿De policía?, qué raro, no lo parece- dijo el hombre confundido.
A lo cual el otro le contestó: – lo que pasa, es que es de la policía secreta, por eso lo disimula y no se le nota-
Este relato lo decían sarcásticamente, con relación a algo penoso que sucede con los creyentes que quieren pasar desapercibidos.
Un cristiano, no es simplemente una persona que tiene cierta fe, es una manifestación de la vida de Cristo. Toda su vida y su proceder es una manifestación de alguien que está en Cristo y Cristo en él. Un cristiano es además un testigo de la gracia y la verdad de Dios, que no puede callar su testimonio. (Hechos 4: 20) Por lo tanto, no puede estar encubierto.
Hay quienes dicen que pasar desapercibido es lo correcto, así la gente no se espanta con cosas que podría tomar como religiosidad. Eso es un engaño que el diablo quiere hacernos creer. Los creyentes no deben tapar su luz. Deben resplandecer como luminares (Filipenses 2:15) Diferenciarse del mundo en su imagen, postura, conducta, ética, moral, etc. “Vestidos como escogidos de Dios” (Colosenses 3:12)
Pensamientos para reflexionar