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(Léase 1 Samuel 11: 1 al 11)
Jehová: Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus enemigos… Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra… pondré en tus manos a los moradores de la tierra, y tú los echarás de delante de ti. No harás alianza con ellos, ni con sus dioses (Éxodo 23:27-31)
El primer libro de Samuel, relata que ni bien se estableció la realeza en Israel, se levantó el rey Nahas amonita, enemigo temible de Israel y acampó contra Jabes de Galaad y los habitantes de Jabes de Galaad, en lugar de tener confianza en su rey, conforme a lo que había dicho Dios (1 Samuel 9:16) quisieron hacer alianza con el enemigo y servirlo. Pero ante la propuesta que hicieron, el rey les respondió con desprecio pidiéndoles como condición que cada uno de los hombres se sacará el ojo derecho y pusiera así esa afrenta sobre todo Israel. (1 Samuel 11:1-2)
¡Qué situación angustiante! ¡Qué vergüenza habrán sentido ante su falta de fe y cobardía!
Esto nos enseña que el pueblo de Dios nunca debe hacer alianzas con el enemigo, ni arreglar las cosas según la carne. Sino buscar a Dios y presentarle batalla. Sin embargo, estos hombres, ya habían mostrado su falta de confianza en Dios, pidiendo ser conducidos como las demás naciones por medio de un hombre que los dirigiera (1 Samuel 8:5) Tal como le sucedió a la iglesia. Y una vez que se da ese paso, todo sigue cuesta abajo, y cada alianza con el mundo se paga a un precio bochornoso. Porque las alianzas con el mundo, como se ve en este pasaje, quitan finalmente la visión espiritual del pueblo de Dios y los coloca en oprobio.
Pensamientos para reflexionar
