“Si buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma. Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá” (Deuteronomio 4:29-31)
Absalón, el hijo de David había huido luego de haber matado a su hermano Amnón y David, lloraba a su hijo todos los días. (2 Samuel 13:37) Absalón estuvo fuera de su casa tres años, pero luego volvió, y al tiempo fue recibido por su padre. ¿Fue un regreso alegre el del joven Absalón? ¿Fue de bendición su retorno? Lamentablemente no. Su corazón malo, se manifestó de tal manera que al leer el relato de bíblico, uno luego ve en su proceder una imagen hasta del mismo anticristo cuando conspira contra su padre.
¿Por qué su regreso no trajo bendición ni verdadero gozo? Porque no volvió arrepentido. Intermediarios como Joab, e intereses que no eran para la gloria de Dios lo trajeron, y David lo recibió sin escuchar de sus labios un sincero arrepentimiento ni confesión de sus faltas. ¡Qué enseñanza para nosotros!
En todas nuestras relaciones humanas, sean familiares, laborales o eclesiásticas, siempre habrá quien proceda mal y se aparte, o deba ser apartado por causa de su pecado. En esos momentos las relaciones de comunión se ven interrumpidas, pero Dios utiliza ese tiempo para trabajar el corazón de quien haya pecado. Para que se juzgue, reconozca y arrepentido confiese su pecado ante Dios y ante quien corresponda confesarlo también. Luego de eso, nuevamente vuelve a brillar el disfrute de la comunión, porque “Dios es bueno y perdonador” (Salmo 86:5)
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar
Dios nos ayude a reconocer en nuestro corazón cuando hemos pecado contra él o cuando le hemos fallado al hombre.