COMO CUANDO SE APRIETA EL GATILLO (1)

“Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14,15)

“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41)


Cuando a alguien por su servicio le proveen de un arma, toma todos los recaudos y está siempre conciente de que está armado y que eso es letal. Pero luego, el arma se incorpora tanto a la persona que es como una parte más de su cuerpo, y allí se relaja y ya no vive pendiente como al principio, aunque siempre es consciente que, si aprieta el gatillo, el disparo saldrá y una vez que salga, ya no habrá remedio, porque luego de eso, el daño que cause solo Dios lo sabe. Así sucede con el pecado. Por eso, es imprescindible velar.

La Biblia dice: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12) Y lo necesitamos, pues muchas veces olvidamos como es el malvado corazón humano, y como la carne puede brotar y estropearlo todo. Muchos se preguntan: ¡Cómo puede ser que hayan pecado! ¡Cómo pudo suceder esto o aquello! Y La respuesta es sencilla y se encuentra enseguida, cuando el que pregunta tal cosa, no olvida que nunca hay que darle lugar a la carne, y que nadie está inmune. Debemos recordar siempre que solo por la gracia de Dios y bajo los cuidados y recursos divinos podremos llevar una vida sin caída, andando en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne (Judas 1:24 y Gálatas 5:16)

Continúa en la parte 2


Pensamientos para reflexionar

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