“No traspases los linderos antiguos Que pusieron tus padres” (Proverbios 22:28)
“El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente” (Eclesiastés 10:8)
Un campesino contó que una vez, donde trabajaba, unos peones voltearon un alambrado y luego, volvieron a levantarlo, pero sin fijar los palos al suelo. Debido a eso, esa parte quedó vulnerable al extremo. A pesar de eso, los animales no salían del campo, porque no se habían dado cuenta, pero ni bien algunas vacas acercándose al lugar tocaron el alambrado, este se derrumbó fácilmente, lo que originó que las vacas pasaran inmediatamente a los otros campos.
Este episodio, siempre le servía de ejemplo para compararlo con el pecado, pues decía: El hombre, encuentra límites en su mente debido a su conciencia y una vez que los cruza, irremediablemente queda debilitado frente a esos pecados, pues habiendo pasado esa línea, queda vulnerable como aquel alambrado.
Quienes, lamentablemente, hacen algo indebido, pasan el límite puesto por Dios y eso, la primera vez, quizás les parezca terrible, pero luego se transforma en algo natural. Esto, únicamente cambia, si ese pecado, se condena y en arrepentimiento se confiesa ante Dios. De lo contrario, muy probablemente se vuelva a cometer de manera natural. Un ejemplo de esto lo tenemos en la mentira que dijo Abram en Egipto negando que Sara fuese su mujer, diciendo que era su hermana, ante lo cual no vemos muestra de arrepentimiento ni confesión. Luego, lamentablemente, lo vemos repetir el mismo pecado ante Abimelec rey de Gerar. (Génesis 12:13 y 20:2,3)
Pensamientos para reflexionar