“Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres” (Marcos 1:16,17)
“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. (Mateo 13:46-48)
Jesús le dijo a Pedro y a su hermano Andrés “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19) Metaforizando la función de ir en busca de almas presentándoles las buenas nuevas. Ese llamamiento, lo podemos aplicar también a todos los cristianos, pues todos somos llamados a predicar el evangelio, como quienes tiran la red para pescar en el mar de las naciones.
Ahora bien, todos debemos pescar, pero necesitamos hacerlo de manera correcta; con paciencia y perseverancia, siendo además algo fundamental el tipo de carnada que utilicemos.
Dios busca a las personas presentándoles a “Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros…” (Colosenses 2:2,3) Llamándolos al arrepentimiento y haciéndoles llegar las buenas nuevas de salvación por gracia mediante la fe. Pero, los hombres, a veces dudan que esto solamente baste, y le agregan otras cosas que gratifican al hombre natural, ofreciendo cosas que la carne desea, como si el fin justificara los medios.
Un hermano solía decir: <A veces, para hacer atractivo el evangelio, las predicaciones son como redes que se tiran con carnada para tiburones. Y los hombres festejan el buen pique que se produce, olvidando que son tiburones lo que han atraído, no los peces buenos que Dios espera>
Esto es algo para pensar. El evangelio no debe ser atractivo a la carne, ni divertir a la gente. El evangelio debe presentarse para salvación.
Pensamientos para reflexionar