“Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, Y digan siempre los que aman tu salvación: Engrandecido sea Dios” (Salmo 70:4)
La Biblia habla de salvación en varios sentidos. Generalmente, al leer salvación, lo asociamos al perdón de los pecados, y cuando aparece algún versículo donde se habla de una salvación diaria, o futura, muchos se inquietan.
Es necesario ver al menos tres aspectos de la salvación:
SALVACIÓN DE LA CONDENACIÓN DEL PECADO: Desde el momento en el que uno cree en el Señor Jesucristo y lo recibe en su corazón como su Salvador y Señor, es salvo de toda condenación “Y ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24)
SALVACIÓN DE LA INFLUENCIA Y EL PODER DEL PECADO:
(Filipenses 2:12) Dice: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” Aquí no se trata como muchos entienden de ocuparse en no perder la salvación del alma. Eso sería anti bíblico. Se trata de la salvación o liberación diaria que necesitamos a causa del pecado que nos asedia, para no ser estorbados en el camino de la obediencia. Los cristianos debemos velar con temor reverente de no ofender al Señor cayendo en las trampas del pecado.
SALVACIÓN DE LA PRESENCIA DEL PECADO: (Romanos 13:11) Dice: “ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”
Mientras estamos en estos cuerpos, el pecado está en nosotros. (1 Juan 1:8) Pronto, vendrá el Señor a buscarnos, transformará nuestros cuerpos y seremos salvos de la presencia del pecado para siempre.
Pensamientos para reflexionar
