
“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte” (2 Corintios 7:10)
Hay por lo menos tres cosas que cambian en nosotros, cuando nos arrepentimos verdaderamente.
- El pensamiento tenido acerca del pecado.
- El modo de vernos en relación al pecado cometido.
- El modo de pensar acerca de cómo Dios ve lo acontecido
Cuando cedemos al pecado; lo vemos como algo leve. En nuestra escasa comunión con Dios, al pecado lo contemplamos como lo contempla el mundo; Es decir: relativo o justificado por las circunstancias. En cambio, cuando Dios obra en nosotros en arrepentimiento, al pecado se lo ve horrible, sin justificativo y uno recuerda todo aquello con lo que se contaminó y se aborrece reconociendo cuan grave y detestable es (Ezequiel 20:43)
Viendo al pecado tan contaminante, la persona arrepentida, no se justifica. Se ve como un pecador que no tiene alicientes, y puede exclamar entonces: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti…” (Lucas 15:21) “Contra ti, contra ti sólo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos…” (Salmo 51:4)
Y al contemplarse pecador, también comprende que Dios de ninguna manera puede ser indulgente con el pecado, como quizás lo pensó en un momento, y por lo cual Dios se expresa: “Estas cosas hiciste, y yo he callado; Pensabas que de cierto sería yo como tú…” (Salmo 50:21)
El verdadero arrepentimiento, cambia completamente la manera de ver las cosas.
Pensamientos para reflexionar