“Clamaron a ti, y fueron librados; Confiaron en ti, y no fueron avergonzados” (Salmo 22:5)
“Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza. Él solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré…Una vez habló Dios; Dos veces he oído esto: Que de Dios es el poder, Y tuya, oh Señor, es la misericordia” (Salmo 62:8 y 11,12)
“Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza” (Salmo 62:5) ¡Qué hermosa es la consolación de las Escrituras! (Romanos 15:4) ¡Qué bueno es para el alma que sufre, esperar solamente en Dios y en él descansar!
Muchas veces oramos y clamamos a Dios, y Dios nos responde y nos gozamos en él, pero pasan los días y nos enfrentamos a nuevas pruebas o se dan vueltas las situaciones y parece como que todo lo que vivimos y recibimos fue una ilusión pasajera, porque finalmente la enfermedad no se terminó, la puerta que vimos abrirse se volvió a cerrar, o cosas por el estilo que nos derrumban.
En situaciones así, no le demos lugar al diablo, ni entrada para que siembre la duda. Oremos, y levantémonos con confianza, sabiendo que, si pusimos las cosas en manos de Dios, todo absolutamente, hasta el mínimo detalle, por más que sea adverso, no escapa a su conocimiento y su voluntad. Y su voluntad es buena y perfecta (Romanos 12:2) Él hará, porque no se durmió el que te guarda (Salmo 121:3) Esto que pone a prueba la fe, nos hace ir por respuestas aún mayores. No desmayes, solo cree. “Esperad en él en todo tiempo… derramad delante de él vuestro corazón (Salmo 62:8) Que nuestra alma verdaderamente en él solamente repose. Que “el que creyere en él, no será avergonzado” (Romanos 9:33)
Pensamientos para reflexionar