“Dijo Jesús ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?” (Juan 5:44)
Algunas personas dicen: Cantar, me gusta, pero himnos antiguos no. Me gustan otras canciones, otra música, otros ritmos…
Me gustaría congregarme, pero las iglesias que vi no me gustan. Me gustarían más abiertas, con otra mentalidad, más acomodadas a lo que yo pienso…
A mí me gusta escuchar predicaciones, pero, hay temas que no tolero.
Estas personas, estarían conformes, sólo, si los cánticos, la Iglesia, o la predicación, fueran de su agrado; y a veces, se trata de complacerlos.
En realidad, No son las cosas las que deben cambiar, sino ellos. Necesitan tener un verdadero encuentro con Dios y entregarle completamente su corazón.
Porque en el trono del corazón, se sienta el EGO para reinar y decidirlo todo. Cuando se recibe a Cristo como Salvador. Él pasa a sentarse en ese trono, y las cosas cambian. Ya no es más: lo que a mí me gusta, si no lo que le gusta a Dios
Actualmente: “No se soporta la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonan maestros conforme a sus propias concupiscencias. (2 Timoteo 4:3)
Esto quiere decir que la gente, busca que le digan, lo que quiere oír; priorizando lo que les agrada y conviene, no la verdad.
En cambio, el redimido fiel, dice: No a nosotros, oh Señor, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria (Salmo 115:1)
Pensamientos para reflexionar