Llega fin de año y casi sin darnos cuenta, nos encontramos finalizando muchas etapas de nuestra vida. Siempre es así, pues estando sobre esta tierra, las cosas tienen un tiempo, y ese tiempo se mide en años. Finalizan las clases, finalizamos ciclos, concluyen los proyectos y perspectivas que se habían pensado y al mirar atrás nos damos cuenta que la vida pasa, tan simplemente como un soplo que va y no vuelve.
Los que verdaderamente conocemos la gracia de Dios, es decir todos aquellos que un día sintiendo el estado de perdición en el que nos encontrábamos, acudimos a los pies del Señor Jesús para recibirlo como nuestro salvador ; al mirar atrás, podemos decir , tal como está escrito en la Biblia: EBEN EZER. Que fue la expresión del pueblo de Dios, narrada en el 1er libro de Samuel capítulo 7: ver 12. Cuando reconocieron en alta voz: “HASTA AQUÍ NOS AYUDÓ EL SEÑOR” y allí, donde se pronunciaron estas palabras, quedó el testimonio sobre una piedra, que hizo que justamente se llamara EBEN EZER, porque ese nombre significa “PIEDRA DE AYUDA”
Los cristianos, tenemos una piedra de ayuda, que nos hace reconocer a cada paso que damos: “HASTA AQUÍ NOS AYUDÓ EL SEÑOR”
Pensemos cuántas cosas nos han sucedido durante este año. Cuántas inquietudes, cuántas alegrías. Cuántos motivos de preocupación han agitado al alma, cuántas cosas tristes hemos visto. Sin embargo, en todas y por encima de todas ellas, estuvo la mano del Señor regulándolo todo.
Moisés, hablando de Dios, como una Roca fuerte, que debe ser engrandecida, le dijo al pueblo: “Engrandeced a nuestro Dios. Porque el es la Roca cuya obra es perfecta” (Deuteronomio 32:3,4) La verdadera piedra de ayuda, de la cual, también hablo David diciendo: “Se para mí una roca de refugio adonde yo recurra constantemente” (Salmo 73:1)
Esto que está escrito en la Palabra de Dios, testifica acerca de Dios, y nos preguntamos: ¿Alguien que escucha estas expresiones, puede permanecer indiferente ante ellas? ¿Puede asentir con su cabeza diciendo: ¡Qué verdad!, ¡Eso es cierto! Y continuar su vida sin colocarse verdaderamente al amparo de esa roca? ¡Eso, sería lamentable!
Sabemos que a todos tenemos necesidades, por lo tanto, qué hermoso es tener a la Roca eterna de los siglos, como roca de nuestra salvación donde acudir constantemente, sabiendo que siempre está disponible.
Al amparo de la roca encontramos protección, su sombra nos cobija, poniéndonos al reparo de los fuertes vientos de la prueba y sabemos que aunque la tierra tiemble y todo se trastorne, la Roca nuestra, permanece inconmovible.
Como dijimos desde el principio, Vamos terminando un ciclo, concluyendo el año, y es el mejor momento, para reflexionar y reconocer la grandeza de Dios colocándonos bajo su amparo.
El Apóstol Pablo, en su carta a los Corintios nos enseña que “La Roca es Cristo” (1 Corintios 10:4) por lo cual, para gozar ese amparo, hay que acercarse a Dios a través de Cristo.
La vida sigue, las pruebas continuarán y sabemos que los tiempos que vivimos, no son fáciles, pero, todas estas cosas que Dios permite que vivamos, son para que nadie siga caminando solo. Dios quiere vernos caminar con Él, y caminar con Él, es caminar en su comunión, haciendo su voluntad.
La Biblia dice: “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14.12) Esto es para que el hombre se detenga a pensar. Muchos no tienen la seguridad de su salvación. Hay una gran cantidad de seres que si bien creen en la existencia de Dios, no pueden decir verdaderamente que tienen la plena certidumbre de su destino eterno, y otros tantos que, quizás, diciendo que se encuentran tranquilos frente a su porvenir eterno, no pueden responder conforme a las Escrituras en que basan esa seguridad. Piensan que quizás “porque su vida no es tan mala como la de los demás”; o “porque no le hacen mal a nadie” que Dios finalmente comprenderá, y serán recibidos en las moradas eternas.
Eso es un engaño que momentáneamente tranquiliza la conciencia, pero que no alcanza para nada más, pues la base de esa seguridad, estriba en lo que nosotros hagamos, cuando por el contrario, lo que Dios nos ofrece y que tranquiliza al alma, es lo que hizo Cristo.
Todos los seres humanos necesitamos un salvador. Todos necesitamos llegar a Dios por el mismo camino, y ese camino es Jesús; quien hoy vuelve a decirnos: “YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, NADIE VIENE AL PADRE SINO POR MI” (Juan 14: 6)
Si pensamos en la futilidad de la vida y en la existencia de un porvenir eterno, podemos concluir pensando que hoy es el mejor momento para dejar que el Señor Jesús entre en el corazón y desde allí tome las riendas de su vida.
Aquel que lo haga, inmediatamente notará que todo cambiará para bien, y podrá decir con plena seguridad. “Él es la Roca de mi Salvación, la piedra de ayuda donde cada día puedo buscar el socorro y encontrar nuevas fuerzas”.
Hoy es el día de salvación, que nadie deje que termine el año sin haber tomado la decisión de recibir a Cristo.
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo Tu y tu casa” (Hechos 16:31)
Finalizando recordamos la poesía de dos cánticos hermosos alusivos a los que venimos diciendo:
La primera nos llama a la reflexión para aceptar a Cristo como el único Salvador y dice así:
Medita que has perdido por siempre un año más. Un año de tu vida que nunca volverá.
Medita que pasaron al mundo eternal, mil seres que empezaron contigo el año actual. Son almas que abandonan la humana vanidad, son voces que pregonan cercana eternidad.
Medita que el maestro brindando salvación, mil veces a la puerta llamó del corazón.
Quizás la voz que hubiste así de rechazar por vez postrera insiste cansada de llamar
Cántico 194 De Himnos y Cánticos
La siguiente, es la poesía que llena el corazón de gozo y que podemos cantar cuando recibimos a Cristo:
Aunque ruja la tormenta, de mi vida en derredor.
Al amparo de la Roca salvo estoy.
Al amparo de la roca salvo estoy. Al amparo de la Roca salvo estoy.
Si conmigo está el Señor, no tendré ningún temor. Al amparo de la Roca
Salvo estoy.
Lectura de la semana
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