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Léase Jueces 1: 1 al 7
“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros” (Colosenses 3:5)
“Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Romanos 8:13)
El libro de los jueces, nos cuenta cuando Israel teniendo que tomar posesión de la tierra, sube contra el cananeo, y venciendo al rey enemigo Adoni-Bezec le corta los pulgares de las manos y de los pies.
En aquel tiempo y en esa batalla suceden varias cosas que llaman mucho la atención y que es conveniente tenerlas en cuenta. Vencieron, pero en lugar de terminar con el enemigo, le cortaron los pulgares de las manos y de los pies. En lugar de darle muerte, lo mutilaron. Hicieron lo mismo que Adoni-Bezec hacía. Actuaron como los que no conocen a Dios. Obraron como obra el mundo. ¡Qué cuidado debemos tener con esto!
Al enemigo hay que darle muerte, no cercenarlo. Por eso, como ahora la lucha la tenemos en el sentido espiritual contra el pecado, y nuestro enemigo es la carne; a la carne hay que dejarla en el lugar de la muerte que es la cruz de Cristo. Pues a la carne no se la vence restringiéndola de a poco, sometiéndola, con duros tratos del cuerpo (Colosenses 2:23) Con imposiciones religiosas, etc. Sino dándole muerte, y el lugar de la muerte es la cruz. Donde el cristiano experimenta: Que con Cristo está juntamente crucificado (Gálatas 2:20)
Con las pasiones desordenadas y la vida de pecado, no se termina cortando de a poquito, sino mediante el efecto de la obra de la Cruz de Cristo.
Pensamientos para reflexionar
