Ayunar es abstenerse de alimentar y gratificar la carne. La Biblia menciona el ayuno, pues era una práctica muy común entre los judíos y en algunas otras culturas de aquellos tiempos. No era una ordenanza de la ley, como tampoco es para nosotros en este tiempo una ordenanza cristiana, sino que se llevaba a cabo siempre ligado a la oración y la constricción de espíritu. Véase (2 Samuel 12:16, Ester 4:3, Salmo 35:13) Esto nos muestra que el ayuno disociado de la oración y del estado propicio de corazón no tiene ningún valor para Dios.
Algunas personas piensan que el ayuno garantiza los resultados de la oración, ya que Dios mira el sacrificio. Eso es un error. Dios no espera sacrificios que los hombres pudieran hacer, pues está satisfecho con el sacrificio de Cristo en la cruz el calvario hecho una vez para siempre. El ayuno como práctica religiosa para hallar gracia delante de Dios es contrario a las enseñanzas bíblicas del Nuevo Testamento.
A los cristianos no se nos manda a ayunar, pero se nos alienta a hacerlo en el espíritu correspondiente, pues es algo bueno cuando se hace bien, en humillación, buscando discernir la voluntad de Dios sin nada que nos distraiga. La Biblia dice claramente lo que Dios piensa acerca del ayuno enseñándonos que no es simplemente abstenerse de comer, sino que implica el abandono del mal y de todos los placeres prohibidos. (Véase Isaías 58)
Debemos siempre pensar en el ayuno, pero sobre todo en el sentido espiritual, ya que las Escrituras se explican “acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2:13) Y en el sentido espiritual, cuando uno come, alimenta su cuerpo, su carne. Por lo tanto, para estar en un buen estado espiritual, debemos abstenernos de todo cuanto alimente la carne hablando espiritualmente. Una persona, puede estar con un corazón contrito y humillado orando delante de Dios habiendo desayunado normalmente, pero se le dificultará en gran manera poder estar en ese estado, si está alimentado su carne con las cosas que le ofrece el mundo y que nublan su inteligencia espiritual. Por lo tanto, el ayuno en el sentido espiritual es algo que todo cristiano debe practicar de continuo.
Acerca de las virtudes del ayuno, sus fines medicinales y sus beneficios en la salud física, poco podemos decir, ya que seguramente bien hechos y controlados seguramente son beneficiosos, pero eso ya escapa a lo que podemos decir como enseñanza bíblica, sino que es una cuestión que le corresponde explicar a los médicos y a quienes sepan del tema. Lo que sí podemos decir sobre el ayuno, conforme a lo que nos enseña la Palabra de Dios, es que los hombres ayunaban en situaciones críticas, de duelo, de humillación, absteniéndose de todo en esos momentos, y eso era algo que Dios consideraba, no porque esperará el sacrificio físico de los suyos, sino porque eso era la evidencia de un corazón contrito y humillado, de quienes se mostraban arrepentidos y abandonaban y confesaban su mal; o, en situaciones donde se abandonaban completamente a la voluntad de Dios esperando misericordia, sin estar pendientes de sus personas.
Por eso, para la práctica del ayuno, realizado convenientemente, los cristianos no tenemos prohibiciones, pero cuidado, porque es algo que no se puede imponer, y que, si se realiza, es bueno hacerlo para Señor, como el mismo Señor lo dijo: “Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:16-18)
Preguntas bíblicas