“Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él” (2 Timoteo 2:24-26)
“A algunos que dudan, convencedlos” (Judas 1:22)
La Palabra de Dios es bien clara. Con frecuencia nos encontramos frente a personas que han sido confundidas por diversas sectas. Comúnmente, esas personas salen a tratar de sembrar sus errores y convencer a los demás de sus creencias. Discutir con ellos casi siempre es una tarea estéril, a no ser, cuando encontramos personas como las que cita Judas: “Con algunos que dudan”.
Ante las personas que dudan, debemos tener paciencia para poder presentarles la verdad por medio de las Sagradas Escrituras, no entrando en discusiones vanas ni agresivas, sino con paciencia, mostrándoles apoyados solamente en la Biblia, como son las cosas.
Es la Palabra la que tiene poder para convencer, redargüir y hacer que salgan del error en el que se hallan cautivos. Recordemos lo que está escrito: “Lo vence Dios y no el hombre” (Job 32:13)
No somos nosotros los que tenemos el poder de convencimiento en nosotros mismos. Recordemos por ejemplo a Tomás: Muchos fueron los testigos de la resurrección de nuestro Señor. Al menos diez discípulos trataron de convencer a Tomás de que habían visto al Señor resucitado, pero Tomás no creía. Hasta que finalmente, Tomás tuvo un encuentro personal con el Señor y allí creyó y comprendió claramente las cosas.
Esto nos enseña que, las personas necesitan el testimonio de la verdad y tener un encuentro personal con Cristo para que crean ciertas cosas y las comprendan.
Pensamientos para reflexionar