“Dad a Jehová la gloria debida a su nombre” (Salmo 29:2)
“Dad a Jehová la gloria y el poder” (Salmo 96:7)
“Para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén” (1 Pedro 4:11)
Dios es llamado el Dios de gloria (Salmo 29:3) y a él le pertenece todo. Por medio del profeta Isaías dijo: “Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria” (Isaías 42:8) Lo cual nos enseña claramente que él no comparte su gloria con nadie.
La Biblia dice claramente como en el principio Dios creó los cielos y la tierra (Génesis 1:1) Pero el hombre, contradice esa declaración, presentando hipótesis que no conducen a nada. Esa actitud se toma, porque lógicamente, si acepta lo que la Biblia dice: “Que Jehová es Dios; que él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos” (Salmo 100:3) tendría que respetar y obedecer a su creador y es lo que no quiere. Cree que es mejor negar la existencia de Dios para no tener que darle cuentas a nadie. Esa actitud es pecado e intenta quitarle la gloria a Dios. La gloria de creador.
Pensar que el hombre puede salvarse así mismo, o hacer algo para su salvación, es también quitarle la gloria a Dios que escogió salvarnos, e hizo todo lo necesario para nuestra salvación. Colocar otro mediador entre Dios y los hombres, otra cabeza que no sea Cristo (Efesios 1:22) Llamar “mi pastor” a otro; o casas por el estilo, es restarle gloria a nuestro Dios trino, a quien únicamente le pertenece la gloria en todos esos aspectos.
Pensamientos para reflexionar