“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20)
“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gálatas 6.14)
La Epístola a los Gálatas nos muestra la obra de sustitución que llevó a cabo Cristo en la cruz. “Nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo” (Gálatas 1:4) Allí, conforme a la voluntad del Padre, nuestro Señor dio su vida no solamente a causa de nuestros pecados, sino por nuestros pecados.
Ahora bien, el versículo del encabezamiento, nos habla de las consecuencias lógicas de esa cruz y de lo que realmente significa la sustitución.
¿Qué quiere decir, el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo?
Quiere decir que, a todos los que somos salvos por gracia mediante la fe; Dios nos ve, sustituidos en Cristo, pues en esa cruz, donde Dios fue satisfecho en su juicio, nos ve a nosotros juntamente crucificados, y debido a eso ya no tiene más que imputarnos,
Esa cruz, para nosotros, marca una línea de división.
El mundo y sus deseos, su sistema, sus modas y costumbres y todo lo del presente siglo malo que cautivaba a nuestro viejo hombre, se ha terminado en la cruz, donde fue puesto y crucificado. Por eso también, en esa cruz, se terminó nuestra vida para con el mundo y sus compromisos.
Hemos muerto con Cristo. El mundo se terminó para nosotros, y nosotros, terminamos para con el mundo en aquella cruz de nuestro Señor.
Pensamientos para reflexionar